...de cualquier manera que sea visto.
Cuando una mañana desperté, me di cuenta de que algo extraño invadía mi ser,
una sensación agradable recorría mi cuerpo por dentro, en la sangre, en las venas,
en la mente. Eso era extraño tomando en cuenta que no había una persona capaz
de hacerme sentir así. Me puse a pensar quién podría provocar tal sensación en mí y tristemente nadie se me ocurrió. Me sentí bien al saber que no estaba expuesta con nadie y al mismo tiempo sentí pena por no poder amar a alguien.
Caminando en la pradera en busca de inspiración, el suave viento me recordó el dulce sentimiento del que me sentía culpable. El olor del otoño en las hojas que caían de los árboles, en los frutos que crecían en los arbustos, en las frías aguas del arroyo mecidas por el triste resoplar del viento, todo me daba una razón para suspirar, el suspirar que ciegamente confundía con un amor diferente al que el mundo trataba de mostrarme.
Durante la noche, la luna y el cielo estrellado brillaban sugiriendo asomarme por la ventana. Contemplar la noche aceleró el suave palpitar de mi corazón, haciendo crecer el sentimiento que comprendía mucho mejor. Porque ahora sabía que el mundo conspiraba para que fuera feliz con cada amanecer, cada atardecer y el anochecer que con su belleza aumentaban mi felicidad. y qué es el amor si no felicidad, por que el amor no es sólo lo que sentimos por una persona, es la felicidad al estar cerca de ella, como la felicidad que la naturaleza nos brinda día a día, y eso es todo lo que podemos tener...
No hay comentarios:
Publicar un comentario